Ir de nuevo al jardín cerrado,
que traz los arcos de la tapia,
entre mangolios, limoeiros,
guarda el encanto de las aguas.
Oir de nuevo en el silencio,
vivo de trinos y de hojas,
el sussurro tibio del aire
donde las almas viejas flotan.
Ver otra vez el cielo hondo
a lo lejos, la torre esbelta
tal flor de luz sobre las palmas:
las cosas todas siempre bellas.
Sentir otra vez como entonces,
la espina aguda del deseo,
mientras la juventud passada
Vuelva. Sueño de un dios sin tiempo.
Luis Cernuda, Sevilla, Calle Aire 18
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